Para que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus engaños.
Del arzobispo de Lima, que en 1614 mandó quemar todas las quenas y demás instrumentos musicales de los indios.
En 1499, en Granada, el arzobispo Cisneros arrojó a las llamas los libros musulmanes, para reducir a cenizas ocho siglos de historia escrita de la cultura islámica en España.
En 1562, en Maní de Yucatán, fray Diego de Landa arrojó a las llamas los libros mayas, para reducir a cenizas ocho siglos de historia escrita de la cultura indígena en América.
En 1888, en Río de Janeiro, el emperador Pedro II arrojó a las llamas la documentación sobre la esclavitud en Brasil, para reducir a cenizas tres siglos y medio de historia escrita de la infamia negrera.
En 1983, en Buenos Aires, el general Reynaldo Bignone arrojó a las llamas la documentación sobre la guerra sucia de la dictadura militar argentina, para reducir a cenizas ocho años de historia escrita de la infamia carnicera.
En 1995, en la ciudad de Guatemala, el ejército arrojó a las llamas la documentación sobre la guerra sucia de la dictadura militar guatemalteca, para reducir a cenizas cuarenta años de historia escrita de la infamia carnicera.
Memorias y desmemorias - Eduardo Galeano.
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