En Wisconsin o en Texas o en Alabama los chicos juegan a la
guerra y los dos bandos son el Norte y el Sur. Yo sé (todos lo saben) que la
derrota tiene una dignidad que la ruidos victoria no merece, pero también se
imaginar que ese juego que abarca mas de un siglo y un continente, descubrirá
algún día el arte divino de destejer el tiempo o, como dijo Pietro Damiano, de
modificar el pasado.
Si ello acontece, si
en el decurso de los largos juegos el Sur humilla al Norte, el hoy gravitará
sobre el ayer y los hombres de Lee serán vencedores en Gettysburg en los
primeros días de julio de 1863, y la mano de Donne podrá dar fin a su poema sobre
las transmigraciones de un alma, y el viejo hidalgo Alfonso Quijano conocerá el
amor de Dulcinea, y los ocho mil sajones de Hastings derrotarán a los
normandos, como antes derrotaron a los noruegos, y Pitágoras no reconocerá en
un pórtico de Argos el escudo que usó cuando era Euforbo.
J.L.Borges
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